Té voy a contar un secreto,
pero, shhhh…
no se lo cuentes a nadie.
La semana pasada,
estaba leyendo un poema
de repente,
¡un versito salto!
Lo trate de agarrar, pero…
Un, dos, tres, cuatro,
todos los versos vuelve a saltar.
Sólo un versito
Se ha quedó solito.
Entonces, le dije muy pasito:
¿Versito, por qué te
has quedado solito?
Él susurro:
“Ellos van a jugar
y no me van a llevar”
Entonces le dije:
“Versito, juguemos
sólo tu y yo.
Que ellos se queden solitos”
Así, el versito y yo
jugamos acompañaditos.
Por: Juan José Muñoz 5A