Cuenta la leyenda que hace muchísimos años, en una finca en Rozo, había una familia: María, la esposa de Alberto, Alberto y su hijo Enrique. María era una mujer muy linda, de ojos azules y pelo negro, al igual que Enrique, pero él era muy vengativo.
Un día todo cambio, todos los días de 6:30 de la tarde a 11:30 de la noche se escuchaba que alguien tocaba la guitarra y, también se escuchaba que alguien se comía la caña y además de eso, María ya no quería estar con su esposo ni con su hijo. Todas las noches ella se iba a una choza cerca de los cañaduzales y se quedaba ahí por muchas horas. Un día la vecina logró ver a María con un hombrecito que tenía un sombrero gigante, pero rápidamente, sin siquiera verle la cara supo que María estaba así porque se había enamorado del duende.
Al día siguiente Alberto y Enrique llamaron a muchos sacerdotes y llevaron a María a la iglesia, pero como ella no pudo estar más con el duende se murió de tristeza. Alberto y Enrique estaban muy tristes por lo que había pasado, pero Enrique era muy vengativo y no se iba a quedar de brazos cruzados, entonces bajó de la finca y se fue al cañaduzal, ahí encontró al duende con el sombrero gigante, este sacó un cuchillo al igual que Enrique y empezaron a pelear. Desde la finca Alberto escuchaba algunos golpes y la vecina los escuchaba también, entonces ella bajó rápidamente al cañaduzal con una linterna para enterarse de lo que estaba pasando, y pudo ver cuando el duende hirió a Enrique en la frente, huyendo sin dejar rastro.
La vecina llamó a Alberto y llevaron a Enrique a un hospital. Un mes después Enrique se sentía mejor, entonces él investigó y se dio cuenta de la solución para que el duende se fuera de la región. Enrique preparó una mesa con un mantel blanco, una guitarra y una silla. A las seis de la tarde apareció el duende y empezó a tocar la guitarra y se acordó de cuando era un ángel de Dios y le tocaba canciones, entonces el duende empezó a destruir todo a su alrededor.
Desde se día el duende nunca más molesto a alguien de esa zona, y a Enrique le empezaron a decir “el duende”, porque peleó contra él y lo venció.
Por: Isabela Chacón Calderón 4C